Ahorrar mal cuesta dinero: los 5 errores más comunes y cómo evitarlos

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Día mundial del ahorro

De entre todos los días internacionales, el Día Mundial del Ahorro no debería ser necesario para recordarnos la importancia de guardar dinero. Sin embargo, ‘ahorrar’ es una palabra que muchos repiten y que, lamentablemente, pocos practican con verdadera disciplina. La paradoja es evidente: sabemos que es necesario, pero España sigue a la cola de Europa en tasa de ahorro de los hogares. Según Eurostat, los españoles apenas destinamos un 7% de nuestra renta disponible al ahorro, frente a una media de la eurozona que supera el 14%. El contraste refleja una realidad incómoda: en un país donde la inflación erosiona la capacidad de compra y la incertidumbre laboral es elevada, muchos hogares siguen afrontando su economía sin un colchón suficiente para imprevistos. 

Harald Ortner, director general de OVB España, agente vinculado de seguros, lo resume con claridad: “Ahorrar no es un lujo ni un capricho. Es la base de cualquier estrategia financiera personal. El problema no es
tanto la falta de ingresos como la ausencia de hábito. Y ahí es donde se cometen errores que acaban costando caro”. Uno de los fallos más frecuentes es postergar el ahorro. El clásico “cuando gane más, empezaré a guardar” nunca se cumple, porque siempre hay un gasto que se interpone. Según Ortner, “el ahorro debe colocarse al inicio del mes, no al final. Si lo tratamos como un recibo más, es más fácil que se convierta en un hábito estable”. Dejarlo para el sobrante
es, en la práctica, una manera de no hacerlo nunca.

El segundo error es no tener un objetivo claro. Ahorrar por ahorrar resulta poco motivador y suele diluirse con el tiempo. “Funciona mucho mejor asociar el ahorro a metas concretas: la entrada de una vivienda, la educación de los hijos, un viaje o la jubilación. Cuando el dinero tiene un destino, se mantiene la disciplina”, apunta Ortner. También es común confundir ahorro con inmovilización. Guardar dinero en una cuenta corriente sin rentabilidad equivale, en un escenario inflacionista, a perder poder adquisitivo año tras año. El Banco de España lo constata: en 2024, la inflación media fue del 3,2%, mientras que el interés medio de las cuentas corrientes no superó el 0,5%. “Ese diferencial significa que tu dinero vale menos cada año si no lo haces trabajar. Hay productos seguros que, bien seleccionados, permiten proteger el valor y generar rendimiento”, recuerda Ortner.

Otro fallo recurrente es no contar con un fondo de emergencia. Según datos de la OCU, más del 40% de los hogares españoles tendría serias dificultades para afrontar un gasto imprevisto de 1.000 euros. “Sin un colchón de liquidez, cualquier imprevisto —desde una avería del coche hasta un gasto médico— obliga a recurrir a créditos rápidos, que suelen tener intereses altísimos. El fondo de emergencia es el seguro más básico y el que primero debería construirse”, explican desde OVB. 

Por último, muchos ahorradores caen en la trampa de la desorganización. Diversas cuentas, tarjetas, préstamos o inversiones dispersas sin un seguimiento ordenado terminan generando un efecto de “fuga invisible”.

 “No se trata de complicarse con productos sofisticados, sino de controlar lo que se tiene. Revisar una vez al año las cuentas, cancelar servicios que no se usan y consolidar el ahorro en instrumentos claros hace que el esfuerzo sea más eficiente”, aconseja Ortner.


A estos errores se suma una realidad generacional. Los datos del INE muestran que el 58% de los jóvenes de entre 18 y 34 años reconoce no tener un plan de ahorro sistemático, mientras que en la franja de mayores de 55 años la proporción baja al 34%. La falta de estabilidad laboral y el peso del alquiler explican buena parte de esta brecha, pero también influye la escasa educación financiera. “El ahorro no debería ser la consecuencia de ganar mucho, sino un hábito que se construye desde el primer sueldo, por pequeño que sea”, concluye Ortner.


El Día Mundial del Ahorro, que se celebra cada 31 de octubre desde 1924, nació precisamente con esa intención: recordar que el futuro se construye desde el presente. En un entorno donde el crédito fácil y el consumo inmediato empujan a gastar más de lo que se ingresa, recuperar la cultura del ahorro es más urgente que nunca. Como concluye Harald Ortner, “ahorrar no significa renunciar, sino elegir. Es la herramienta que nos da libertad para decidir, en lugar de que las circunstancias decidan por nosotros”.