El que avisa no es traidor: los jóvenes deben pensar en su jubilación
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Solemos pensar que la jubilación es algo de lo que ya nos preocuparemos en el futuro, y que es un tema que no tiene nada que ver con los jóvenes, sino más bien con quienes han alcanzado los cincuenta. Nada más lejos de la realidad. Si esperas a tener cincuenta años para comenzar a planificar tu jubilación, tal vez sea tarde.
No te asustes, esto no quiere decir que quien sea mayor no pueda recuperar el tiempo perdido, sino que tendrá que hacer un esfuerzo extra para obtener buenos resultados. Pongamos un ejemplo: un joven de 30 que empieza a ahorrar 100 euros al mes, a un plazo de 35 años y en un escenario de rentabilidad favorable, acumulará algo más de 100.000 euros en ese plazo. Esa misma persona, por empezar 10 años más tarde, para llegar al mismo resultado tendría que prácticamente doblar su esfuerzo y ahorrar 184 euros al mes. La diferencia es clara y nos invita a empezar a ahorrar cuanto antes.
El sistema de pensiones público es un sistema de reparto en el que las personas que están cotizando actualmente a la seguridad social pagan las prestaciones de quienes ya están retirados. Si tenemos en cuenta que cada vez nacen menos niños, y cada vez vivimos más años (unos 83 de media), nuestro sistema se descompensa dando como resultado un número de población activa cuyas aportaciones no son suficientes para pagar las pensiones de los jubilados.
Aunque no podamos señalar una edad determinada para comenzar a ahorrar y prevenir una jubilación cómoda, podemos decir que, sin duda, lo antes posible, y un buen momento para hacerlo es cuando se entra en el mercado laboral. Y es muy cierto que los jóvenes tienen otras prioridades en mente, como comprar un coche o una casa. Aquí es donde entra en juego un punto clave: la planificación. Hay que definir prioridades, ajustar y estimar nuestro presupuesto de acuerdo a las necesidades de nuestra economía doméstica, haciendo una diversificación del ahorro: este poquito para el coche, y este, para las vacaciones, y este otro, para la jubilación. Lo que es seguro, es que es mejor ahorrar en el presente que endeudarse en el futuro, sea para lo que sea, ya que con la misma cuota que tendremos que pagar para amortizar un préstamo podríamos haber conseguido un capital mucho mayor al solicitado ahorrando de una manera sistemática.
Hacer una planificación financiera es cada vez más fácil, ya que el abanico de productos que hay en el mercado para pensar en la jubilación es enorme. Las características de cada uno de ellos son diferentes y la recomendación es que el cliente siempre tenga claros cinco puntos fundamentales a la hora de contratar cualquiera de ellos.
En primer lugar, debe valorar la liquidez con la que está dotado ese producto y ligar la misma al plazo del objetivo que quiere cubrir con él. En segundo lugar, se debe tener presente la inflación y el efecto de la posible pérdida de poder adquisitivo que puede generar en nuestro producto, por ello, debemos intentar el acceso a productos que nos sitúen por encima de este umbral. Una tercera característica que es clave es la rentabilidad, tenemos que buscar productos que maximicen nuestra rentabilidad y sean acordes al plazo de nuestro objetivo: cuanto mayor sea el plazo, mayor será la rentabilidad que debamos exigir a nuestros productos. En cuarto lugar, se encuentra la fiscalidad, característica que afecta a todos los productos de ahorro, pero en diferente medida según el producto, o incluso en algunos casos variará en función de nuestra edad, o de la forma de rescate, todo esto debe ser medido en detalle antes de tomar una decisión. Por último, la quinta característica es la seguridad y es en este punto en el que debemos buscar productos que diversifiquen la inversión de la mejor manera posible, accediendo con ellos a diferentes mercados, monedas, sectores o países. En resumen, el cliente debe ser capaz de conocer y maximizar los posibles beneficios de todas estas características antes de tomar una decisión concreta.
Realmente son bastantes los aspectos que hay que tener en cuenta y los productos disponibles. Hay que investigarlos a fondo, leerse la letra pequeña, y hacer una combinación de inversión óptima. Es normal que muchos de estos términos no resulten familiares, por eso, lo ideal es contactar con un experto en soluciones financieras que nos asesore reduciendo el margen de error al mínimo posible para garantizar una jubilación tranquila y feliz.