La importancia de la planificación financiera personal

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La planificación financiera es esencial, tanto en una empresa como en la economía personal. Una buena estrategia nos permite anticiparnos económicamente a eventos inesperados y superarlos con éxito, así como establecer unos objetivos de ahorro para una inversión en el futuro o, simplemente, mejorar la economía del hogar. Las situaciones pueden ser muy diversas: desde el ahorro para un viaje a corto plazo o la compra de un inmueble hasta hacer frente a la rotura repentina de un coche, el nacimiento de un hijo o la jubilación.

Para ello, es fundamental un análisis en profundidad de la situación financiera de cada uno, de manera individual, definir unos objetivos a corto plazo y realistas y establecer una hoja de ruta para su consecución. Los pasos para llevar a cabo una correcta planificación son los siguientes:

  • Definir unos objetivos financieros y determinar su prioridad y cuantía. Los objetivos deben ser cuantificables y específicos, es decir, la compra de un coche cuyo valor es de 10.000 euros, hacer frente al pago de los estudios universitarios de los hijos cuyo valor asciende a 30.000 euros en un periodo de 4 años, pagar la guardería con un importe de 2.000 euros anuales en el periodo de un año, etc. 
  • Analizar la situación financiera personal actual. Debemos hacernos las siguientes preguntas: ¿cuánto tenemos actualmente en nuestras cuentas y cuánto nos haría falta? ¿Qué importe se destina mensualmente a las obligaciones reales como pago de luz, alimentación, telefonía o hipoteca?
  • Establecer una meta financiera y su plan de acción. Las metas han de ser específicas y cuantificables y harán posible que los objetivos se cumplan. Una meta sería reducir el gasto en un porcentaje específico. Son gastos de carácter superfluo las comidas fuera de casa, el ocio, el transporte en taxi o las compras de ropa y complementos innecesarios. La reducción o eliminación de estos nos ayudarán a conseguir metas.
  • Realizar un estimado de ingresos en el periodo de acción. Prever aumentos de sueldo, sueldos extra, herencias o, incluso, pérdida del puesto laboral. Se recomienda tener una solvencia de un año para hacer frente a este contratiempo.
  • Definición de plazos. Se establece un calendario donde los objetivos se marcan a corto (12 años), medio (2-5 años) y largo plazo (más de 5 años). Si establecemos varios objetivos a la vez, deben afrontarse a la par y los objetivos a corto plazo no deben interponerse a la consecución de un objetivo a largo plazo.
  • Establecer un presupuesto realista. Utilizamos la información mencionada en el segundo punto: Cuánto le podré dedicar a la consecución del objetivo específico y cuantificable, teniendo en cuenta gastos obligatorios diarios.
  • Puesta en marcha y seguimiento continuo. Nuestra máxima, a partir de ahora, será conseguir nuestro objetivo desde el primer día. Será una tarea ardua al principio que se convertirá en una práctica cotidiana a medida que pase el tiempo.  Además, será muy importante llevar un control exhaustivo de las facturas mensuales para observar aquellos gastos extras que se apliquen en las mismas y analizar por qué se han dado.

En OVB, nuestros consultores financieros acompañan a nuestros clientes en su proceso de gestión de rentabilidad personal y consecución de objetivos, bien para hacer frente a una futura inversión o para anticiparse a las contrariedades que puedan surgir con una amplia solvencia. Así, ofrecemos los servicios financieros ajustados a cada caso de manera personalizada.

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